El perdón es uno de los actos más admirables del ser humano porque implica que, a pesar de los daños que podamos haber sufrido, hemos sabido dejar atrás el pasado y podemos mirar al futuro asumiendo una nueva perspectiva.

El acto de perdonar no solo implica una liberación para quien cometió el error, sino que también libera a la persona que perdona. Perdonar no es algo que hacemos por el otro en la mayoría de las ocasiones, sino algo que hacemos por nosotros mismos.

Muchas personas se resisten a perdonar pues creen que eso significa volver a exponerse al daño o que el otro debe pagar por lo que ha hecho y no se merece que lo perdonen, pero perdonar es en realidad un acto egoísta, un favor que nos hacemos a nosotros mismos, y la capacidad de perdonar es un signo de inteligencia emocional. Decía Buda que “empeñarse en la ira es como aferrarse a un carbón ardiente para arrojárselo a otro: quien se quema eres tú”.

Perdonar no implica necesariamente seguir en contacto con la otra persona o que esa persona no tenga que asumir las consecuencias de sus actos, significa liberarnos de las emociones que nos bloquean y nos impiden avanzar. Cuando le preguntaron a Nelson Mandela cómo pudo perdonar respondió: “cuando atravesé la puerta me di cuenta de que si continuaba odiando seguiría en la cárcel”.

Deshacerse de la trampa del resentimiento

El perdón no es un hecho aislado, es una actitud, una decisión que nos permite crecer porque en vez de albergar ira y rencor, elegimos aceptar el pasado y seguir adelante. El primer paso para no caer en la trampa del resentimiento consiste en comprender que la imposibilidad de perdonar genera sentimientos muy negativos que terminan haciéndonos daño. Cuando la rabia, la impotencia y el resentimiento se acumulan, nos afectan y perjudican nuestras relaciones interpersonales. Recuerda que todos tenemos heridas, pero si nos convertimos en esclavos de los sentimientos negativos que estas generan, nos causaremos aún más daño.

El segundo paso consiste en darnos cuenta de que somos los únicos responsables de nuestros sentimientos. Quizás no somos responsables de lo que nos ha sucedido, pero sí de cómo nos sentimos al respecto. Debemos darnos cuenta de que tenemos el poder para trasformar las experiencias negativas en una oportunidad para aprender y crecer como personas, para ser más resilientes.

El tercer paso es estar dispuestos a perdonar. Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero en muchas ocasiones nos engañamos pensando que queremos perdonar cuando en realidad la herida se mantiene abierta y no estamos listos para pasar página. No se perdona con las palabras, sino con el corazón, porque perdonar tiene un trasfondo cognitivo, pero también contiene una enorme carga emocional.

Perdonar de verdad

El perdón es un acto íntimo que nos reportará paz y nos permitirá vivir de una manera más plena. Para poder perdonar de verdad, es importante comprender por qué la otra persona nos causó daño. En ocasiones es de gran ayuda pensar en esa persona de manera integral; es decir, no concentrarse únicamente en su error, algo que hacemos a menudo cuando nos sentimos heridos o albergamos resentimiento, sino comprenderla en su complejidad, incluyendo todos sus aspectos positivos.

Cuando juzgas a una persona en su conjunto adoptas una visión más objetiva de los hechos y, de cierta manera, logras distanciarte del influjo de las emociones negativas que estás experimentando, logras que estas no empañen el cristal con el cual estás valorando la situación.

Una estrategia útil es escribir una carta de perdón en la que intentas comprender porqué el otro pudo haber hecho lo que hizo, ponerte en su lugar. Escribir es liberador y te ayuda a aclarar las ideas.

No obstante, a veces el dolor es demasiado fuerte y el resentimiento se ha enquistado muy adentro, por lo que resulta difícil perdonar. En esos casos lo más conveniente es que busques ayuda especializada para que aprendas a manejar esas emociones y a valorar lo acontecido bajo otro prisma. Un psicólogo puede darte nuevas pautas e indicarte caminos diferentes que te ayudarán a asimilar lo que ha ocurrido y te permitirán liberarte del rencor.