¿Salir o quedarnos?
Mal conocida como zona de confort, es aquella en la que muchos nos aferramos en ocasiones a lo largo de nuestra vida, y en la que muchos otros viven perennes.
Nuestra mente busca la comodidad y la supervivencia a toda costa, pero a veces con los mensajes que nos trasmite bien parece que pretende boicotearnos.
El miedo, es algo escrito en nuestros genes, algo innato, que nos paraliza y nos impide avanzar. El objetivo de este mecanismo no es otro que la perpetuación de la especie, sobrevivir a toda costa. Esto estaba muy bien en la época de búfalos y tigres con los que nuestros antepasados tenían que lidiar a diario. Pero ahora, estos bichos son otros que en realidad no amenazan nuestra integridad física, aunque nuestra mente no ha evolucionado al respecto. Miedo a lo desconocido. Nadie puede decir que no siente miedo ante situaciones nuevas, nuevo empleo, cambio de residencia, nueva pareja, hablar en público, exámenes…estos son las nuevas amenazas a la especie humana. El miedo es indicativo de que estamos vivos (¡¡bien!!!) así que hay que tenerle menos respeto, y no permitir que nos paralice, ya que si lo hace…mal asunto.
Nuestra zona de confort es aquella donde no sentimos miedo, lo que conocemos y donde nos manejamos con soltura, “nuestro territorio”. Pero en esa zona donde nos sentimos cómodos raramente vamos a desarrollarnos. Yo la imagino como un gran sillón de los antiguos, donde nos acurrucamos y no queremos salir. Pero, no vendrá nadie a llamar al timbre y decirnos “oye amigo, desde tu sillón fantástico me he dado cuenta de lo mucho que vales, así que vengo a hacerte una interesante oferta…” Pues no. Definitivamente, hay que salir a los leones, porque solo entre ellos, podremos avanzar, enriquecernos aprender y tener posibilidades de despegue. Una vidasillonera, debe ser de lo peor que una persona puede vivir (hombre claro, oigo), sin embargo muchos sin darnos cuenta podemos estar en ese sillón viejo y mullidito desde hace mucho tiempo.
“Tengo un trabajo de mierda donde me tratan mal y no me desarrollo a nivel profesional, pero claro, con los tiempos que corren…”,”no voy al gimnasio porque no tengo tiempo”, “estoy en paro, pero paso de estudiar nada, ahora los estudios no sirven para nada…”, “ no echo curriculum, porque si total para que, si está todo imposible…”,”¿montar algo yo?¡tú estás loca! Eso es imposible en los tiempos que corren….”, y así un sinfín de afirmaciones que seguramente, si no las has dicho, las has escuchado. Hay muchos que afirman que el tiempo de crisis es un tiempo que fomenta la creatividad y el despegue de muchas personas que estaban “dormidas”. Es un tiempo de formarse profesionalmente hablando y estar a punto cuando llegue el momento. Sin embargo, estas personas han recibido multitud de críticas. Ya que generalmente, suelen ser personas con un buen estatus socioeconómico. Pues bien. Yo no lo tengo. Soy igual que tú. Luchando por hacerme un hueco, por despertar mi creatividad y dedicarme de lleno a mi pasión. Y opino lo mismo. Soy joven y me gusta ver el futuro con optimismo, como debe verse, viendo el cambio como algo que nos remueve el estómago, pero que nos llena enormemente cuando lo hacemos. Sal del maldito sillón. Ponte a prueba. Nunca sabrás de lo que eres capaz si no lo intentas. Y si fracasas…Anota los errores y ve a por ello con una versión tuya renovada.
Así que cuando tu mente intente echarte por tierra tus intentos de salir a la “selva”, simplemente dile “Gracias mente” y a otra cosa mariposa. No permitas ser el títere de sus miedos. Apaga el interruptor de la lucha. ¿Qué me dice esta loca? Si. Quizás hayas oído “lo mejor de tus miedos es enfrentarte a ellos”, y así es. Yo no digo lo contrario, pero…analiza bien la frase…”enfrentarte a ellos” pero en el rin, en el campo de batalla. ¿Tienes miedo a los ascensores? Súbete a ellos hasta que sea algo inocuo, ¿tienes miedo a hablar en público? Aprovecha cada oportunidad que tengas de hacerlo, ¿tienes miedo al cambio? CAMBIA. “Así de sencillo”. No luches contra el sentimiento de miedo, que es muy diferente. Si luchas contra el tienes la de perder. “Simplemente”, apaga el interruptor. No lo rechaces. Déjalo estar. Acéptalo como un sentimiento natural y enfréntate a lo que te preocupe sin hacerle caso a los gritos y protestas de tu indignada mente.
Por eso la zona de confort no es un buen nombre. Debería llamarse la zona de sufrimiento o zona de perderse la vida.
He dicho “así de sencillo” y me gustaría explicarme. Sé que nada es sencillo, sé que enfrentarse a los miedos no es sencillo, pero no nos engañemos, estar sentado en el sofá de confort es aún más dañino.
SV.PS.