El camino hacia las estrategias de uno mismo

Las personas; nos vamos adaptando a las novedades de un entorno continuamente cambiante, modificando nuestro sistema de valores,innovando nuevas formas de relacionarnos, aprendiendo nuevos comportamientos, etc. Este crecimiento continuo, esta puesta al día debido al contacto con la novedad, requiere de nosotros mucha implicación, atención y desgaste de energía.

Por esta razón, y como mecanismo de ahorro de energía, entra en funcionamiento nuestra parte conservadora, que consiste en automatizar y mantener inalterados ciertos comportamientos y actitudes ya aprendidas, puesto que no precisan de casi ninguna modificación ni atención por nuestra parte para que cumplan su función a la perfección. Y tan necesario nos es un mecanismo como el otro. Un ejemplo típico es el aprender a conducir, que requiere de mucha atención y energía en un principio pero que automatizamos al poco tiempo.

El problema aparece cuando cambia la situación y seguimos manteniendo los patrones antiguos, obsoletos ya para la nueva realidad que se nos presenta. Por ejemplo, un niño con unos padres muy autoritarios, se ha tenido que adaptar a esa situación por medio de un comportamiento obediente y sumiso, puesto que no se podía arriesgar a perder el cariño de los padres o a sentirse desprotegido. Ha hecho lo mejor y más sano que ha podido hacer en ese entorno: cumplir con los deseos de sus padres ignorando los suyos propios, sintiéndose así aceptado y protegido. Este comportamiento, a base de repetirlo, se ha convertido en un hábito para él.

El problema surge cuando el niño se convierte en adulto y sigue manteniendo esta forma de actuar, debido a la automatización de la que antes hablábamos y, ante cualquier tipo de autoridad que se encuentra, sigue agachando la cabeza, dejando de lado sus sentimientos más íntimos y manteniendo esa actitud obediente y sumisa, lo que inevitablemente le provocará malestar, al dejar a un lado sus propios deseos. Este adulto experimentará su comportamiento como “normal”, usando expresiones como “yo es que soy así” o “he sido así siempre”, y no le prestará excesiva atención a este comportamiento, por lo no tendrá oportunidad de modificarlo. De lo que no se está dando cuenta es de que, como adulto que es, ya posee los suficientes recursos y apoyos como para afrontar estas situaciones de una manera distinta, nueva, creativa, más acorde a lo que ahora es y no a lo que en su niñez fue; que ya se puede permitir tener en cuenta sus propias apetencias, viendo al que tiene enfrente como lo que representa para él en su vida actual, puesto que la posibilidad de perder la aceptación de la autoridad no entraña el mismo riesgo que cuando era niño.

La psicoterapia, en este ejemplo mencionado y siempre en un ambiente de profundo respeto y apoyo, iría encaminada a que la persona se fuera dando cuenta de cuáles son las automatizaciones que ya no le sirven y que le están perjudicando en algún sentido. Y a partir de ahí ir buscando y creando nuevas maneras de adaptación, nuevos comportamientos, actitudes más acordes con sus potencialidades actuales y con las situaciones presentes en las que vive o a las que se quiere enfrentar. En una palabra, se trataría de realizar una puesta al día, una actualización de la persona, con vistas a lograr el mayor bienestar posible.