«La Adivinación del Pensamiento» en una relación de pareja.

Rosa, una mujer joven, atractiva, que dirigía un elegante negocio de ropa, trató de explicarse a sí misma por qué Tomás, su novio, estuvo silencioso al volver de una fiesta. Bastante conversador, por lo general, Tomás vendía publicidad para un periódico local, y es así como se conocieron. Cuando él se quedó callado, Rosa pensó: “Tomás no dice nada…, de de estar enfadado conmigo”. Al tratar de leer los pensamientos de Tomás, Rosa atribuyó su silencio a un enfado con ella. Su razonamiento sobre lo que ella creía que pensaba y sentía Tomás-su Adivinación del Pensamiento-, no acabó allí. Rosa pensó entonces: “Debo de haber hecho algo que le habrá ofendido”. Al comprobar en su propia mente que Tomás estaba enfadado por algo que ella había hecho, se formuló la predicción: “Tomás seguirá enfadado conmigo y a la larga romperá nuestra relación”. Entonces, se sintió triste por anticipado por quedarse sola para el resto de su vida.

Pero Rosa erraba la puntería. Quedó atrapada en una red de interferencias sobre causas invisibles y consecuencias insondables. Una mujer diferente, en la situación de Rosa, podría haber pensado simplemente: “Es probable que a Tomás se le pase esto en unos minutos”. El mero hecho del silencio de Tomás podría corresponder a cualquier aseveración.

La adivinación del pensamiento puede generar predicciones inexactas que produzcan un trastorno innecesario o algo que revelaría un falto sentido de seguridad. Y esas conclusiones erróneas pueden conducir a inconvenientes aun mayores. Si Rosa actuara de acuerdo a su imaginación, se sabotearía a sí misma al retraerse e increpar a Tomás, y con esa reacción lo dejaría perplejo, lo alejaría o provocaría su ira.

En esa oportunidad, Rosa interpretó mal la conducta de Tomás, quien se hallaba ensimismado. Ella se puso de mal humor y no quiso responder cuando él por fin habló. Cuando ella dejó de contestar, él se enfadó y empezó a criticarla, A su vez, Rosa interpretó la crítica como una confirmación de la imaginación de ella, y se sintió aun peor; pensó que lo temido había sucedido y que Tomás estaba harto de ella.

Esta clase de profecía, que por su propia índole tiende a cumplirse, es típica de las relaciones problemáticas. Al interpretar mal la conducta de su pareja, las personas contribuyen a atraer aquello que más desean evitar.

Lo que se dice o se hace puede ser ambiguo o erróneo, por lo tanto no siempre es fácil juzgar cuál es el sentir para con nosotros o cuáles son las motivaciones. Así fue que Rosa, por miedo al rechazo, esta propensa a interpretar el silencio de Tomás como una señal de enfado. Aunque resulte natural leer señales y buscar modelos para darse cuenta de lo que ocurre en la mente de otra persona, corremos el riesgo de elaborar explicaciones erróneas y extraer conclusiones equivocadas.